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Preparativos de Rio+20 Preparativos de Río+20

 

Estamos en los preparativos de Rìo+20. En perspectiva hoy podemos afirmar que la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, fue un escenario donde se entronizaron la simulación y el fracaso. Más allá de algunos debates y acuerdos. Más allá de que se pusieran en funcionamiento mecanismos para seguir el conflicto ambiental en temáticas diversas: biodiversidad, cambio climático, desertización, entre otros varios. Más allá de la tan meneada Agenda XXI, buena pero mero voluntarismo, luego de 20 años y otras cumbres por el camino, y tantos otros protocolos, el mundo que, en octubre podría alcanzar los 7.000 millones de habitantes, està en peores condiciones.

 

Lo que ha ocurrido es que se ha desenmascarado que esta Sociedad del Conocimiento, guiada por la Lógica de Mercado, es la Sociedad del Desconocimiento, orientada exclusivamente por una razón exterminadora. Ya incontrastable que el conocimiento pronunciado desde la Ciencia y Tecnología homogeneizadora, se ha descargado sobre los territorios con la fuerza incontrolable de contaminaciones inimaginables, de volúmenes inconmensurables de basura, de inversiones de capital y aplicación de tecnologías limpias que multiplicaron los desastres y catástrofes naturales, sociales y culturales.

 

Nos ponemos en marcha, desde los lugares dónde actuamos y estamos, como ya tantos lo están haciendo, y por eso adjuntamos el documento que nos aporta el compañero Panameño Guillermo Castro, del Pensamiento Ambiental Latinoamericano, para conjugar desde esa perspectiva nuestros aportes a Rìo+20.

 

Lo haremos imaginando la necesidad de Descolonizar el Conocimiento, para que el encuentro del saber ambiental, con lo que fuera ignorado por el saber oficial del logocentrismo, abra las compuertas del proyecto emancipador y se reencuentren, en los contextos de otras racionalidades, la ambiental, y epistemología, la ambiental y educación, la ambiental, la otredad subyugada con la reapropiación social de la naturaleza, mediante el Diálogo de Saberes, con el objeto de que se conmueva el ser, para que la otredad pueda ser.

 

Partimos desde el legado emancipador tan bien expresado por Simón Rodriguez, Maestro de Bolivar, desde los pronunciamientos de Martí, “No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza” ó “Las trincheras de ideas son más fructíferas que las trincheras de piedra”; desde el marxismo latinoamericano de Mariátegui, que reivindicaba la economía del Paradigma Comunitario indígena que le permitía un bienestar material gracias a la organización colectivista de la sociedad incaica,, de los aportes de las Cosmovisiones de los Pueblos Originales como las Filosofía del Vivir Bien, aymara, hasta la Pedagogía de la Liberación y también la Teología de la Liberación, de las gestas contra latifundistas insaciables y destructores, como la protagonizada por Chico Mendes, y por todas los procesos populares que confluyen en la formación incipiente de una territorialidad identitaria como UNASUR. Por esa territorialidad podrá potenciarse la biodiversidad de los ecosistemas y la pluralidad de las culturas.

 

Es tiempo de reconocer que la catástrofe ya habita entre nosotros, aunque sea negada sistemáticamente por los beneficiarios momentáneos del sistema. Las industrias radicadas por nuestros lares, contaminan, matan. El sistema productivo agrario de monocultivo y trasngenizado, contamina, mata. El sistema urbano, comandado por la Lógica Inmobiliaria, que concentra población, y crea guetos de lujos, donde se despilfarra de todo por ejemplo el agua, como en Nordelta, arsenizando los ríos subterráneos, y guetos miserables dónde la vida se evapora, contamina. Mata.

 

Es, al menos insólito que la Educación Ambiental, que es un proceso educativo para descolonizar el conocimiento, y construir un nuevo paradigma ético productivo, de consumo y cultural, pueda estar en manos de las empresas que contaminan, o de fundaciones afines con las empresas, o de facultades que acuerdan con las explotaciones que contaminan sean mineras, agrarias, siderúrgicas, madereras pesqueras. Y decimos esta afirmación tan contundente porque ya en la década de los 90, el gran pensador Jacques Derrida manifestó, “el mayor peligro para la vida es el industrialismo y la ciencia”.

 

Recordemos que cuando se clausuraban los juegos olímpicos en el Nido de Pekín, con los sortilegios de los fuegos artificiales, esa región, profundamente transformada por el industrialismo y la sobrepoblación, está en los bordes de una catástrofe inigualable. Los más de 200 millones de habitantes de esa región carecen de agua potable, pues las fuentes está arsenizadas, y son irrecuperables. Qué el río Amarillo, durante todas las primaveras, desde hace más de una década, no desemboca en el Pacífico, por los volúmenes inmensos de agua capturados para la industria y consumo humano.

 

Pensemos en la reciente catástrofe de Japón. Dónde existe 28 centrales nucleares de las más de 400 que hay en el mundo. Y recordemos los antecedentes de Hiroshima y Nagasaki. Que es lo que ha hecho que un pueblo que sufrió el calvario del bombardeo atómico, acepte tener usinas nucleares en estructuras geológicas inestables y alta concentración de la población? Era realmente ridículo escuchar en los medios, mientras se producía la tragedia de Fukushima, lo ordenado que son los japoneses, lo educados para cumplir con las órdenes que se le daban para exiliarse internamente y no protestar, aunque los estaban contaminando con toxicidad nuclear cancerígena. En realidad los japoneses han sido vaciados por la desmemoria del olvido, como lo plantea maravillosamente desde el cine Kurosawa, y la patología que expresan es de “Imbecilidad Cognitiva”, como dice Edgar Morín. Los ocultamientos de un modo de producir y consumir son impulsadas, de modo entrelazados por la Academia y la Medios Masivos de Comunicación. Aunque por supuesto hay honrosas excepciones. Y aquí en Argentina son plurales y de una claridad conceptual esperanzadora.

 

Con esta urdimbre estamos en condiciones de consolidar el Pensamiento Ambiental Latinoamericano, desde dónde el aporte para Rìo+20, traduzca las frustraciones que son el lastre para aprender, pero también la subyugante pasión de la esperanza, que afirme, frente a la economizarían del Desarrollo Sostenible, que la irrigación de un nuevo proyecto saldrá de las aguas del Dialogo de Saberes.

 

 

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