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Desde el “Desarrollo Sustentable” hacia Sociedades Sustentables Desde el “Desarrollo Sustentable” hacia Sociedades Sustentables

 

La Edad Contemporánea ha provocado otra imagen del mundo, la del juego o la de la danza o la del anfiteatro. Esa visión es la resultante de la articulación de los muchos saberes que caracterizan la visión actual. Partiendo de la física cuántica, de la biología combinada con la termodinámica, de la psicología transpersonal, del conjunto de saberes que proceden de las ciencias de la Tierra y de la ecología, la realidad cósmica aparece representada como una red complejísima de energías que se consolidan y entonces se llaman materia o se manifiestan como energía pura formando campos energéticos y mórficos. Igual que en una danza o en un juego, todos se inter-retrorelacionan, formando la religación universal. (Leonardo Boff. Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres).

 

 

Introducción

 

La historia del concepto de desarrollo sustentable muestra que es este un concepto equívoco y polisémico e incluso casi vacío. Hay desde quienes lo consideran un oxímoron[1], como Herman Daly (1991), si es que se lo entiende como crecimiento sustentable, hasta quienes lo han convertido en la versión actualizada del ya no tan nuevo rito desarrollista. Cada cual usa el concepto de sustentabilidad según mejor conviene a su particular interés y visión de mundo. La tan conocida versión de “aquel desarrollo que atiende las necesidades de las generaciones presentes sin menoscabar las necesidades de las futuras generaciones” (Bruntdtland, 1986), encubre un acuerdo tácito de no profundizar en dicha definición, ya que de haber sido así gran parte de los acuerdos de la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente de Río 1992 no habrían podido adoptarse.

 

Según Jorge Luis Borges, “en la figura que se llama oxímoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro”.

 

Sin embargo, pese a lo anterior la noción de sustentabilidad, como ya lo señalábamos en otro trabajo, Elizalde (1992), ha permitido introducir un criterio para juzgar las instituciones y las prácticas vigentes en las llamadas sociedades modernas. Al igual que muchos otros conceptos en la historia de las ideas, hay una cierta parte de novedad intrínseca al concepto, que al ser tal ya comienza a cuestionar ideas previas y a abrir paso a otras concepciones distintas de las dominantes.

 

Tengo la convicción de que es imprescindible que transitemos hacia una nueva cosmovisión que substituya la aún vigente. La idea de sustentabilidad puede ayudarnos a diseñar y dibujar una nueva visión, una nueva comprensión, una nueva cosmología, urgente y necesaria para enfrentar los enormes desafíos que enfrentamos. El cambio fundamental de realizar no está en el plano de la tecnología, ni de la política o de la economía, sino que está radicado en el plano de nuestras creencias, son ellas las que determinarán el mundo que habitemos.

 

Como lo señala Leonardo Boff (1996, 53): “En todas las culturas, con cada gran giro en el eje de la historia se produce una nueva cosmología. El nuevo paradigma ecológico produce un efecto semejante.” En la actualidad nos encontramos en un momento histórico crucial, que algunos como Capra (1985) han calificado de punto de inflexión (“turning point”). Aparece entonces cada día como más evidente la necesidad de transitar hacia una nueva cosmología, entendiendo ésta como lo sugiere Boff (1996, 53): “… la imagen del mundo que una sociedad se da a sí misma, fruto de la ars combinatoria de los saberes más variados, tradiciones e intuiciones.

 

Esa imagen sirve como religación general y confiere la armonía necesaria a la sociedad, sin la cual las acciones se atomizan y pierden su sentido dentro de un sentido mayor. Tarea de la cosmología es religar todas las cosas y crear la cartografía del universo. Y eso normalmente lo elaboran las grandes narraciones cosmológicas.”

 

Dicha cosmología será el producto de variados aportes provenientes desde todos los ámbitos del quehacer humano, jugando allí roles muy importantes, la economía y la tecnología. Por lo tanto parece indispensable modificar las concepciones actuales respecto a estas dos dimensiones de la cultura, ya que de modificarse éstas será imposible transitar hacia una nueva cosmología. Es en estas dimensiones donde está anclada la hegemonía en las sociedades actuales, ya que todo el sistema de dominación se sustenta en las concepciones y creencias que respecto a las necesidades humanas, los recursos económicos, la riqueza y la pobreza, introduce la economía como ciencia de la escasez.

 

[1] Según Jorge Luis Borges, “en la figura que se llama oxímoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro”.

 

 

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